Canto de ronda
¿Dónde va la mi morena,
dónde va la resalada? ¿Dónde va la mi morena?: Con el cántaro por agua. . Con el cántaro por agua, Un galán me la entretiene Y yo le salgo al encuentro Por ver si viene o no viene,
Por ver si viene o no viene, Por ver si viene ella sola Y la viene acompañando Una bandera española (1)
Y una bandera española Y un trabuco naranjero Con letras de oro que dice Viva la sal y el salero
Viva la sal y el salero Viva la sal salerosa Viva los hijos de viuda Y el buen talle de una moza
Y todos los hijos de viuda Llevan en el pantalón Una cintita encarnada Que me roba el corazón.
(1) Un fragmento similar es recogido por Rodríguez Fernández (1991; p. 613) en la zona de Aliste (Zamora). «Esta noche y la que viene, / esta noche y la pasada, / si será la mi morena / la que va al caño a por agua. // La que va al caño a por agua, / alguno me la entretiene, / y yo esperando por ella, / por ver si viene o no viene. // Por ver si viene o no viene, / por ver si venía sola, / y venía acompañada / de la bandera española». Esta canción se bailaba a modo de vals (brincao) en Riofrío de Aliste.
. Esta canción, recitada por Martina Gallego (de Juan Agustín) y Garcilaso, independientemente, se cantaba por los mozos y las mozas de camino al baile. Remataban las estrofas con jijeos. Puede clasificarse como cantar de ronda o pasacalles. En La Alberca se interpretaba en cualquier festejo en que un grupo de personas acompañaban al tamborilero por la calle. La versión recogida por Cid Cebrián (1986) no difiere en mucho de ésta salvo en las dos estrofas finales, que allí quedan reducidas a ésta: «viva la sal y el salero / viva los hijos sin padre, / viva los hijos sin padre / que yo por uno me muero». En ambas versiones se elogia, desde el punto de vista de la moza casadera, la condición autónoma de los hijos de viuda, precozmente libres y adultos. El trabuco naranjero era una escopeta pequeña y tenía la boca en forma acampanada, de trompeta, con la cabida de una pequeña naranja. Era típico de los bandoleros.
Tu eres chiquita y bonita como el grano de cebada; lo que tienes de chiquita lo tienes de resalada.
Eres como el trigo rubio escogido grano a grano. Tú eres la mejor muchacha que en el mundo se ha criado.
A Santa Águeda le decían esta coplilla: Santa Águeda mágueda estaba en un teso; Fue la zorra y le dio un beso. Un cantarcillo de corrobla. Se dice que fue cantado una vez por un grupo de mozas en la fiesta de Forfoleda: Calzada cae en llano, Forfoleda en una cuesta, Bebed de esta bota, Que poco nos cuesta.(1) De Calzada se cantaba: En el pueblo de Calzada No se crían avellanas; Que se crían buenas mozas, Morenas, rubias y saladas.(2) (1).-Es un recurso común en los romancillos geográficos, sobre el que ya llamó la atención Joaquín Costa, quien recoge muchos ejemplos; en particular, es comparable esta canción de segadores: «Tamarite está en un llano, /Berbegal en una cuesta; / ¡traiga la bota, nuestro amo, / que buena canción es ésta (o nos cuesta)!» (2).-Es también un procedimiento de encuadre bien conocido. Un cantar parecido se conserva en Parada de Llanes (Asturias), donde se dice: «En el pueblo de Posada / no se crían naranjales / que se crían buenas mozas / y con ellas los chavales».
También se cantaba en el baile: Señor cura, no baile, Porque tiene la corona. Señor cura, baile usted, Que Dios todo lo perdona. El señor cura del pueblo Tiene una cama de flores; El pueblo la tiene también Porque socorre a los pobres.
Y esta otra canción: Carolina, Carolina, ¿con qué te rizas el pelo?: Con las tenacillas de oro, Que me las dio el habanero. … Carolina, la buena moza: Y ahora la van a llevar A los palos de la horca.
Canción de arrieros y viandantes (retahílas o aleluyas geográficas) Esta retahíla, de la que constaban versiones mucho más extensas, enumera pueblos de la zona. Hay numerosas versiones. Ésta es recogida en Calzada, de la señora Martina. Majos de Torresmenudas, Gañanes de Forfoleda, Valentones de Calzada, De Valdunciel la leñera. De Carbajosa, la herrera, Danzantes de Topas, Comediantes de Villanueva: ¿Dónde queda Valdelosa, metida entre tanta leña? La primera cuarteta es bien conocida. Obsérvese cómo entre los valentones de Calzada y los majos de Torresmenudas, apodos que aluden al brío de los mozos (majo viene a ser equivalente a valentón), las otros blasones son más rústicos y utilitarios: los de Forfoleda son gañanes (también, con implicación semánticamente cercana, son pardos y mielgos); los de Valdunciel, son trajinantes de leña desde el monte de Huelmos a Salamanca. A esta tirada se le añadía una coletilla sobre Zamayón: Gañanes de Forfoleda, Y el cura de Zamayón, El que los pleitos ordena. Estos últimos versos proceden de la relación recogida por Sanz (1953), del señor Quico, «El Chupines», en La Mata de la Armuña. PRCh recogió directamente en Palacios del Arzobispo esta variante (a la que la otra encubre maliciosamente): Y el cura de Zamayón, Que a todas las mozas empreña. Dámaso Ledesma (1907), en su cancionero salmantino, compiló una versión larga, que le fue dictada por el famoso vagabundo Molina, tamborilero en tiempos de Aldeaseca. Inevitablemente, esta versión antigua contiene variantes significativas. La cuarteta primera es igual, pero a partir de ahí el texto corre divergente: De La Mata, arrieros, De Carbajosa, la herrera, De La Vellés son los majos, De Arcediano, las doncellas. El buen cabaril de Espino, De Tardáguila las yeguas, Comediantes los de Topas, Danzantes de Villanueva, Cardeñosa y Cañedino, La flor en Huelmos se queda. ¿Dónde queda Valdelosa, metida entre tanta leña? No es razón que allí se quede: Salga al campo a la Ribera Para ver cómo corre el agua Y retozan las arenas. Mocitas las de Palacios, Con las mantillas de seda Se van a la romería De la Virgen de la Vega. Y ¿dónde queda Palacinos, Anejo de La Aldehuela? Adiós, Espino-Rapado, Con Cañedo de las Dueñas. Cortinas de San Pelayo, De El Arco, la fuente buena, De Almenara, las viñas, De Valverdón, las aceñas, Maquilones, de Zorita, De Valcuevo, la alameda; De Muelas son las cebollas, Y de El Pino, las ciruelas. Una variante similar de esta última tirada se documenta en Morán (1990), a partir de pesquisas hechas en Machacón en 1940: Para alamedas, Valcuevo, Y para cebollas, Muelas, Viñedos, los de Almenara, Y en el Pino, las ciruelas. La relación de Sanz (1953) contiene variantes de interés: De La Mata son los burros Y de Carbajosa, la herrera, Y la torre mocha de Narros Y el tío Bolo, las tijeras. Gañanes los de Negrilla Que por Palencia campean, Que rompen los arados Y traen mal labradas las tierras. De La Vellés son los majos, De Arcediano las doncellas, Buen pozo el de Pajares Y danzadores en Pitiegua. De Tardáguila las yeguas, Buen vaqueril el de Espino Y al valeroso de Arcillo Lo alaban por las tabernas. De La Orbada son los ricos, Tienen terreno de vega, También tienen buenos montes, Por las pearas que llevan. También tienen buenas vacas, También tienen buenas yeguas, También tienen buenos toros, Que se llevan a las ferias. ¿Dónde queda Gansinos, con esa casita nueva, para el boyero y el guarda, para que cuiden las hierbas? Villanueva, Villanueva, Seis cosas tienes de buena: Buen majadal pa las vacas, El palacio y la alameda, Buena tierra pa conejos, Y la Virgen de los Remedios, La tierra de la alameda Para garbanzos cocheros. A la pregunta retórica de «¿dónde queda Valdelosa, / metida entre tanta leña…», la relación de Sanz añade, aludiendo a la industria corchera, la coletilla siguiente: … el pueblo de los taponeros, que no tienen una perra? Más adelante, se recorren lugares de la Rivera de Cañedo: En Aldearrodrigo, tejares, Los canteros de Casablanca Y en el pueblo de El Arco Está la gente buena. Correas ya recogió en 1627 un cantarcillo geográfico de la zona de Valverdón: En Almenara, tengo la dama, en Balverdón tengo el mesón, en Zarapikos tengo los hixos, i en Zaratán me dan el pan.
Licencia de bodas
Se trata de un cantar de bodas recogido por Ángel Carril en Calzada de Valdunciel hacia 1980 de Raimunda Luengo Rueda, que a la sazón tenía 72 años (Carril Ramos, 1992; p. 40).
Licencia les pido a ustedes, licencia con reverencia pa que no digan mañana forastero y sinvergüenza.
Licencia pido al cerrojo, licencia pido a la llave, licencia pido a esa niña, licencia pido a sus padres.
Informado vengo, niña, informado muy de veras que has casado esta mañana, Dios quiera que pa bien sea.
Tus padres, que están delante, Dios les dé paz en tierra y a ti, hermosísima dama, que logres lo que deseas.
También digo al buen galán, goce de tan linda prenda, que la sepas estimar como Cristo amó a su iglesia.
No te la dan por esclava, te la dan por compañera, mírala, que es más hermosa, que le alumbran las estrellas.
Más hermosa eres que el lirio, más blanca que la azucena, más hermosa eres que el alba, cuando sale por la sierra; más hermosa eres que el alba.
Te levantaste llorando, diciendo de esta manera: -quédense con Dios, mis padres, quédese con Dios, mi abuela.
Que yo me voy a casar, que el matrimonio me lleva; la bendición pido, padre, la bendición que venera.
La que dio Cristo a su madre en el monte de Jimena; te fuiste con tus amigas hacia el portal de la iglesia.
Y también con tu madrina, bien aforrada de seda, y allí le das a tu esposo sobre la mano derecha.
Ten cuenta con lo que dices, ten cuenta con lo que rezas. mira que no se deshoja como librito de seda.
No puedes salir de casa sin tu marido licencia, y si alguna vez salieres, a la vecina da cuenta.
Luego viene tu marido y encuentra la casa abierta, y esto lo ha de gobernar aquellos dos santos solos.
-Dios les dé paz en la tierra y en la otra los tesoros, y en este nuevo romance corta mi niña un cogollo.
Y serás la capitana que ha venido del lugar, vienes de muy buena gente, su padre es el capitán.
Y esto lo decía un galán al pie de una verde oliva; como el fruto era amargoso, cosas amargas decía.
Tengo de hacer un convento legua y media del lugar, las paredes de tristeza y las tejas de pesar.
Entre teja y tejecita, hojas verdes de nogal, tengo de hacer un teatro de clavelinas y rosas.
De violetas y diamantes, y verás como se canta, vida mía, este romance.
La naranja y el limón
Jota recogida por Ángel Carril en Calzada de Valdunciel hacia 1980 de Raimunda Luengo Rueda, que a la sazón tenía 72 años (Carril Ramos, 1992; p. 112).
La naranja y el limón tuvieron una porfía: el limón que era mejor, la naranja le decía,
la naranja le decía: yo tengo mejor color, yo tengo mejor color, limonero de mi vida.
Ay, amor, si te vas, cielos, qué será de mí, yo no sé, ay, amor, si podré vivir sin ti; es verdad que te amé todita mi juventud, pero fue por amor que me profesaste tú.
El día que yo me case Dios quiera que no aparezcan ni el cura ni el sacristán ni las llaves de la iglesia.
Ay, amor, si te vas…
Cánticos al Cristo de la Piedad
Se trata de una plegaria que cada año el pueblo de Calzada dirige a su Cristo durante la novena que antecede al día de la Ascensión (que antes se celebraba en jueves, cuarenta días después de la Pascua, en fecha variable pero siempre en mayo). Coinciden estos nueve días con la fase final del ciclo de crecimiento de la cosecha. De ahí el énfasis con que los cánticos piden agua para los cultivos. La tradición de elevar plegarias en rogativa de lluvia antes de la Ascensión es común a muchos pueblos de la provincia (Martín Benito, 1983). El ciclo de misas previo a la jornada festiva de la Ascensión es denominado «novena de los buenos temporales». El texto aquí recogido procede del citado artículo de Martín Benito, donde se incluye un interesante análisis del ritual así como otros cánticos de buenos temporales procedentes de diversos pueblos de la provincia.
Pues tenéis todo el poder de Dios Padre en vuestra mano, de la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Sois imagen verdadera, que de nuestro Redentor representáis con primor en esa brillante esfera. ¡Qué hermoso sois en lo vano!: parecéis el mismo Ser. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Santo Cristo venerable, los devotos amparáis y con ellos os mostráis, en milagros, admirable. No dejéis de ser agradable a los que os vienen a ver De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Devoto fue el que os pintó; San Pedro os bendeciría; la madre os adoraría con los hijos que adoptó. Aquí comenzó temprano vuestro culto a florecer. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Honra fiel y agradecido a Jesús crucificado; en Calzada venerado, nuestro amparo siempre ha sido. El pueblo favorecido os adora con placer. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Amparadnos, Gran Señor, concedednos feliz suerte; dadnos paz y santa muerte, Amoroso Redentor, para que todos logremos reinar, triunfar y vencer. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
A vos imploran, ansiosos, ciegos, mancos y tullidos; no los dejéis afligidos en sus ruegos fervorosos. Sed propicio a tus devotos, pues siempre lo podéis ser. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
El pobre, rico y cristiano os pide con esperanza; su felicidad alcanza poniéndola en vuestra mano, Hombre, no seas inhumano, visitadle con placer. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Por disposición del cielo, en este templo bendito, con milagros infinitos, dais a todos su consuelo. El mundo, siempre villano, se olvidó de agradecer. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Y si en este fiel lugar, sin duda para su abono, eligió fijar su trono vuestra Grande Majestad, dádselo en todas las cosas con vuestro inmenso poder. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Por común necesidad os hacen sus procesiones; aceptáis sus oraciones y cumplen tu voluntad. Nadie aquí suplica en vano; todos llevan su querer. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Vuestros devotos os piden agua limpia y saludable; de vuestra piedad esperan la concedáis abundante. Estando siempre pidiendo las habéis de conceder para regar nuestros campos, pues bien lo podéis hacer. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer.
Humildemente esperamos de vuestra piedad y amor, unos buenos temporales por ser nuestro bienhechor y, con ello, consigamos no venir a perecer. De la Piedad, Cristo amado, venidnos a socorrer. |
Pascual RIESCO CHUECA (2003) Calzada de Valdunciel. Palabras, cosas y memorias de un pueblo de Salamanca, 346 páginas. 24 x 17 cm. Rústica. ISBN: 84-7797-209-5, ediciones Diputación de Salamanca.